Lo único que funciona es lo que las actuales autoridades no han podido cambiar, por Mario Montes.

Lo único que funciona es lo que las actuales autoridades no han podido cambiar, por Mario Montes.

Escuchando las explicaciones que tratan de dar algunos Magistrados, o las extrañas declaraciones de los voceros del gobierno, es fácil llegar a la conclusión de que la institucionalidad judicial no está funcionando, con lo que como todos sabemos, los delincuentes quedan rápidamente en libertad, mientras las víctimas simplemente viven aterrorizadas.

Ambas Policías realizan sus funciones, detienen a los maleantes, pero ven frustrarse sus esfuerzos con las extrañas decisiones de dejarlos en libertad, sea por incapacidad del estamento judicial o por leyes excesivamente garantizadoras de los derechos del que delinque, pero absolutamente des-protegedoras de la ciudadanía honesta.

A nosotros no nos cabe duda alguna de que las responsabilidades de esta situación recaen sobre un Ejecutivo, que es el que maneja las fuerzas represivas y la agenda parlamentaria, del Parlamento que cursa Leyes ambiguas y de un Poder Judicial que está abdicando de su deber de imponer Justicia.

Creemos que la situación es de extrema gravedad, como lo demuestran las encuestas de victimización de la población nacional, también, que es un peligro, pues autoridades que no ejercen bien sus potestades, dejando de cumplir con las Leyes, simplemente se deslegitiman, dejando una imagen de vacío de poder.
Un Estado en que todo funciona a “medias”, en que el Ejecutivo es solo parte de una maquinaria electoral, en el que los otros dos poderes, Judicial y Parlamento, están férreamente subordinados al primero, no es un estado democrático, a lo más resulta un remedo vergonzoso del sistema. Hemos establecido una verdadera monarquía, disfrazada de representante popular.

Los chilenos estamos siendo atacados por una verdadera anarquía institucionalizada, en la que nadie realiza las funciones que les corresponden y que sin duda alguna, por desgracia, puede ser la predecesora de estallidos sociales feroces.

Queremos un Ejecutivo que gobierne, y que lo haga bien y eficientemente, un Poder Judicial que aplique las leyes vigentes de manera justa a todos los chilenos y un Legislativo que dicte leyes de sana convivencia y fiscalice los actos administrativos del poder centralizado.

Las autoridades no deben olvidar, en el caso del Ejecutivo y del Congreso que son empleados de quienes les han creído sus promesas electorales, mientras que el judicial no puede obviar que su carrera es pagada por los contribuyentes, a quienes se deben y corresponde que rindan cuenta de sus gestiones.
La ciudadanía, que no olvida sus obligaciones, no puede dejar de exigir a sus representantes que el ejercicio de sus mandatos sea eficiente y corresponda a los compromisos adquiridos en las campañas, esos con los que consiguen que votemos por ellos.