En todo esto hay exageraciones, pero también verdades, por lo demás clásicas, del Estado benefactor discrecional y grande, como las que ha puesto nuevamente de moda la Concertación y que son características del socialismo.
¿Radical? "¡Ladrón!", dicen que respondía burdamente "el pueblo" al escuchar esa palabra en los años 50, y los viejos dirigentes políticos todavía solían recordar quiénes, en 1939, habían sido los peores en quedarse con colchones, frazadas y platas destinados a los damnificados en el terremoto de Chillán. El general Ibáñez ganó la Presidencia prometiendo barrer con los ladrones. El año 51, yo lucía una escoba ibañista en el ojal.
Luego, los partidos del general resultaron "peor que gato de campo", y el ibañismo duró lo que la lombriz en el pico del pavo, acto seguido de hacer su contribución a la ruina del país, vía los controles estatales, el proteccionismo, los favores oficiales a los ricos, y las platas y pegas para los amigos. Se decía entonces que siempre había que preferir al amigo, y entre éste y el pariente, ¡naturalmente al pariente! Eran, a fin de cuentas, francos.
Los partidos de derecha miraban el poder de lejos, o como minorías en coaliciones, así que cuesta encontrarles escándalos de plata. Algo hubo, sí, con la devaluación del dólar en los años 60 y, junto a los demás partidos, favores importantes por la vía de consejerías parlamentarias, Banco Central, Corfo, banca estatal, Ministerio de Economía, etcétera.
Bueno, en las economías de Estado grande y discrecional es imposible que no haya robatina, y esto afectó a todos los partidos y sigue desprestigiando la política, como se ve en estos días. Esos manejos de platas vienen destruyendo al PDC hace tiempo, pero sus dirigentes siguen hablando como Catones de la moralidad y lo honestos que "fueron" sus líderes. Hoy, ya todos perciben cómo se reparten pegas, ministerios, créditos, becas, viajes, agregadurías y miles de programas tipo Bicentenario, que además de no servir para nada, suelen terminar con empleos y negocios para los de la Concertación. Han abundado los "sobres brujos" para ministros, presidentes y altos funcionarios, los MOP-Gates, coimas, "comisiones", premios y derroches espurios, como los de EFE, Metro, Transanlagos, puentes o regalos "contables" en la educación.
Este conjunto de escándalos de envergadura ha demostrado que Chile no es tan honesto, que hay corrupción igual que en otros países. Los políticos se repiten los espárragos con la mayor naturalidad y se suben los sueldos -ya muy altos- y otras platas con el mayor desparpajo, en un sistema de partidos cerrados, sin real competencia.
Todos podemos ser más o menos "descuidados", pero en el último tiempo nos hemos propasado, quizás porque el país es más rico y porque los estatistas no permiten reducir los impuestos, destinados a sus bolsillos de ayuda a los pobres.
A mí me aterroriza que no haya conciencia de esto y que se sigan planteando nobles programas de ayuda al pueblo, que siempre han concluido en lo mismo. ¿O ha mejorado la distribución del ingreso? Las fórmulas más libres, con subsidios a la demanda, no son del gusto de los políticos, porque les quitan poder. La derecha podría tomar esta bandera denunciando la robatina, pero no le interesa. ¿Por qué? No sé cómo se pueda hacer cambiar el voto y la opinión de la gente sin mostrarle la corrupción de muchos políticos de la Concertación, quizás involuntaria, porque creen que con todas estas platas se ayuda a los pobres desde sus bolsillos.
El economista y profesor Don Alvaro Bardón está muy enfermo, pero su claridad mental sigue siendo la misma, que nos da un ejemplo de lucha contra la ineficiencia e incapacidad de aquellos que todo lo quieren reglamentar.